Este miércoles 6 de junio se estrena en los Cines Odeón Cuenca (C/ Tarancón) a las 19,00 horas la segunda entrega de la serie de documentales sobre los últimos grupos cazadores-recolectores del mundo, dirigida y producida por ARES Arqueología y Patrimonio Cultural y por DOJO Producciones, marcas conquenses del arqueólogo Santiago Domínguez y el cineasta Dorian Sanz, y en la que colabora el Ayuntamiento de Cuenca.
El largometraje que se proyecta este miércoles por primera vez es ‘El último confín: Los Ayoreo del Chaco Paraguayo’ y versa sobre este grupo de cazadores-recolectores que sobreviven en el Chaco Paraguayo y el de Bolivia. La entrada será libre y gratuita y, además de emitirse íntegra la película, se celebrará una charla debate y se mostrarán objetos tradicionales Ayoreo.
Tras su estreno se emitirá en televisiones públicas primero y, a continuación, en plataformas, canales y festivales internacionales.
Esta película, como se apunta, es la segunda entrega de una serie. El primer capítulo trató sobre los Intuit del Oeste de Groenlandia, el que ahora se estrena sobre los Ayoreo y, según indican sus creadores, “la intención es seguir sumando etnias por todo el globo de esos últimos cazadores y recolectores”.
La producción es íntegramente conquense pues, además de Domínguez y Sanz el resto del equipo también es de Cuenca: el actor Pablo Ibáñez como narrador y el compositor Sergio Bascuñana, que se encarga de la banda sonora.
Sobre el largometraje documental
Los Ayoreo empezaron a verse obligados a salir del Monte, que era el único mundo que conocían y no habiendo recibido contacto previo, al ser empujados por la deforestación que se inició a principios del siglo XX. El ‘Eami’, el Monte en el que nacieron y sabían vivir, desaparecía a una velocidad tal que hacía imposible conseguir el sustento que les daba desde hacía siglos. Por ello se inició una salida progresiva, siempre dolorosa y a veces violenta, de la selva para vivir en comunidades sedentarias. Aun así, y casi milagrosamente, aún quedan Ayoreo aislados y sin contacto alguno con Occidente en algunos puntos del Chaco.
De todas las familias que han ido abandonando el Monte, el último grupo en salir de ‘Eami’ fue de Ayoreo Totobiegosode en 2004. Se fundó con ellos y otros Ayoreo Totobiegosode salidos décadas atrás la Comunidad de Chaidí.
En Chaidí se ha desarrollado precisamente el grueso del trabajo de campo para el documental, acompañando a hombres y mujeres a sus cacerías y salidas de recolección, escuchando muchas historias sobre la vida en el Monte antes de la salida, mostrando cómo se fabricaban las cosas y cuáles siguen empleándose… Pero también se les ha narrado su añoranza del Monte, de sus problemas actuales y de sus planes de futuro.
Todo lo anterior es muy interesante a título antropológico. Pero también para la investigación científica en Arqueología, pues de la prehistoria de Europa, de los cazadores y recolectores de hace más de 10.000 años, no quedan más que los yacimientos que generaron en sus actividades cotidianas. Conocer y entender la cultura de cazadores-recolectores y horticultores incipientes como los Ayoreo puede ayudar mucho a la difícil tarea de entender bien cómo vivieron los grupos similares hace milenios extintos.
Pero también, y como pago a las enseñanzas que dan sobre su vida tradicional, en este documental se les da voz y se les facilita un foro abierto para que cuenten sus problemas en España, Europa y el resto del mundo. En este sentido, según cuentan, el mayor de sus problemas es el constante expolio o robo de tierra que sufren en gran parte de su territorio. Ello supone un notorio problema ecológico, con la deforestación de la selva chaqueña.
Pero además los Ayoreo Totobiegosode -al igual que hacen otros Ayoreo- advierten de que varias familias aún siguen viviendo en el Monte y sin contacto alguno con Occidente, ni siquiera con sus familiares de comunidades como Chaidí, de forma totalmente tradicional. Es por ello que los Totobiegosode de Chaidí luchan hoy enconadamente por mantener íntegra su parte de selva no sólo para ellos, sino sobre todo para salvaguardar la tradición que aún conservan sus familiares sin contacto.
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